Una corona de espinas me oprime el corazón
Es la corona de la soledad incomprendida
Es la corona de tu calvario ¡oh mi Señor!
Cocida en lo profundo del seno de la tierra
Tu materia cenicienta plañe en la desolación
Porque el amor conquista siempre la muerte
Esperaré en tu dorado remanso junto al ángel
Cuando vengas a buscarme tú, extática Dulzura
Maná de los Cielos, tañido azul de campanas
En el Eterno Oriente donde me amanece el alma
Corona de Espinas
Ignis Flamma
Llama de Fuego
Divino Espíritu Alado
Corazón de la Vida Eterna
Amor entre el Amante y el Amado
Cristo Redentor
No sé, Señor Mío, si tengo dignidad alguna para mirarte a los ojos sin desvanecerme en la vergüenza. No sé si mi bajeza alcanza a elevar una plegaria pronunciando Tu Nombre bendito. No sé si tengo virtud suficiente como para recibirte en mi casa. Tan solo sé que te amo porque Tú eres mi flor en el Cielo y yo, tu humilde raíz en las profundidades de la tierra.
φιλοσοφία
[Hermes Trismegisto en el texto latino del Asclepio]
Lo Uno
Las almas se agolpan como espuma y se azotan contra las rocas del mundo fenoménico. En el devenir dan vueltas sin poder alcanzar a comprender que hubo un origen para ellas, y en consecuencia hay un retorno claro. La dirección del Ápeiron es tal vez el mayor descubrimiento que le es posible a la conciencia. Aquél es el sentido profundo de una existencia propiamente humana.
Θάνατος [Thanatos]
Cuanto miedo hay en nosotros
ante la extensión de lo desconocido.
Cuanta ignorancia estúpida
alimentando el temor a la dicha.
Dijo Heráclito de Éfeso, el gran sabio griego:
"Muerte es cuanto vemos despiertos,
sueño cuanto vemos en sueños
y vida, cuanto vemos muertos"
Hombres, que oyen y hablan y no saben...